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domingo, 20 de abril de 2025

🌑🌟 Trinchera del alma

 






Cada mañana, el dolor me despierta
y me arrodillo ante la vida.
No para suplicar,
sino para agradecer y decir:
"Aquí estoy. Otra vez. Todavía".
Mi cuerpo grita,
pero mi espíritu no se rinde.
Me levanto con la conciencia
de que este mundo no es mío,
y sin embargo,
yo le pertenezco.
A veces me siento viejo, cansado,
como si mi alma ya hubiera dado todo.
Pero hay tanto por hacer,
tantos corazones aún dormidos,
tantos silencios que necesitan
una voz que no grite, sino susurre…
Y yo soy ese susurro.
No soy sabio, ni santo.
Soy un aprendiz del amor,
un loco sin disfraz,
un tonto que se abraza a la esperanza
como quien abraza a un hijo perdido
que aún no ha regresado.
Veo mis sombras.
Las he nombrado.
Las he amado.
No porque me gusten,
sino porque son mías,
y me recuerdan que estoy vivo.
Amo mis luces también,
aunque a veces me cieguen.
Sé que no soy perfecto,
pero cada día,
me esfuerzo por ser más humano
y menos orgulloso.
La ansiedad… los sueños no cumplidos…
la crueldad que me atraviesa como cuchillo…
todo eso me ha enseñado a sentir
lo que otros callan.
Y aunque la fe a veces tiemble,
aunque la duda me muerda por dentro,
aunque el silencio sea mi único interlocutor,
yo sigo.
Porque algo más grande que yo
me sostiene.
La Fuente…
el Misterio…
la Vida misma.
Y si este es mi papel:
vivir como un forastero en su propia tierra,
entonces lo viviré con dignidad.
Como un faro.
Como un poema.
Como un fuego que no se apaga
aunque lo azote el viento.

Cuando uno escribe desde la experiencia

 







Allá fuera, bajo la luna gris, alguien que me quiere está pensando en mí. Allá fuera, alguien intentará que nos encontremos... allá fuera, en algún lugar.

Aunque sé que estamos lejos, reconforta pensar que la misma estrella nos alumbra a los dos. Y cuando el viento de la noche cante con su suave susurro, bajo este mismo cielo dormiremos tú y yo. Allá fuera, el amor nos unirá, y estaremos siempre, juntos siempre, en los sueños… tú y yo.
Cuando uno escribe desde la experiencia, desde aquello que ha vivido y sentido en carne propia, las ideas fluyen como si simplemente se contaran. Con el tiempo y un poco de sabiduría, uno logra comprender y hasta dominar ciertos aspectos de la vida. Después de doce lustros en este planeta, he llegado a una conclusión inquietante: a la humanidad le está costando evolucionar como especie.
Seguimos en guerra, dominados por el ego, incapaces de vivir en armonía con el cosmos. Unos pocos siguen controlando a las mayorías, y paradójicamente, le tememos a la libertad. Nos queda aún mucho camino por andar.
Entre las cosas que siguen consumiendo nuestra energía, están las relaciones humanas, y en especial, las de pareja. En esta era posmoderna, la gente sabe más de sexo que de amor. El amor se ha vuelto un misterio para la mayoría. Esa palabra, "Amor", ha sido manoseada, desfigurada, usada por el mundo como casi todo lo verdadero.
Como dijo la Madre Teresa: “El mundo está más necesitado de amor que de cualquier otra cosa.” Y así lo creo también. La gran mayoría no tiene una idea clara de lo que es el amor. Algunos piensan que es un valor, otros que es un sentimiento. Pero aunque fuimos hechos a imagen y semejanza del Amor, casi desde el nacimiento este mundo nos disuelve su verdadero significado.
En las películas, el amor se representa con grandes gestos: declaraciones en público, anillos en estadios, fuegos artificiales. Pero tal vez el amor esté en los momentos en que nadie nos ve, cuando elegimos quedarnos, cuidar, esperar o simplemente acompañar.
Todo en el universo existe por la ley de dar y recibir. Por eso, si no me amo a mí mismo, no puedo amar verdaderamente a los demás ni a la creación. No se puede dar lo que no se tiene. Algunos creen que el amor es complicado, pero en realidad es sencillo. Lo difícil es ser sencillo. Nuestro ego nos domina. Es el ego quien impide que conectemos con el amor en su totalidad. Incluso nos hace dudar de su existencia.
Sin embargo, el amor es lo que nos da vida. Estamos vivos en la medida en que amamos. Cuando amamos, las cosas simples se magnifican. Cuando amamos, nuestro cuerpo produce sustancias que nos hacen más fuertes, inmunes a muchas enfermedades. Las dificultades se vuelven pequeñas.
Más que decirle a alguien qué es el amor, deberíamos preguntarle qué significa para él o ella. Porque cada ser humano lo experimenta de forma distinta. Por eso, solo podemos hablar de dimensiones del amor.
Nos han enseñado a buscar cuentos de hadas: el príncipe, el castillo, el vestido blanco. Pero el amor verdadero ofrece mucho más que eso. El amor es suave, delicado. No es violento, no es cruel. El amor es el camino… y más aún: el amor es la energía que nos hace ser.
En mi experiencia, el amor es la fuerza que me ha hecho mejor ser humano. No se trata de apegos o expectativas. Trato, siempre que puedo, de poner en la balanza mis decisiones: ¿esto lo elijo desde el ego o desde el amor?
Y en cuanto a dar y recibir, esa acción debe ser recíproca, al mismo nivel, con la misma intensidad. Por eso, donde no puedas amar, no te quedes. No desperdicies tu tiempo ni tu energía en el no-amor.
Cualquier hombre que tenga el valor de entregar su alma por amor, tiene también la fuerza para cambiar el mundo.
Amarse a uno mismo es el inicio de un amor que puede durar toda la vida. Y estoy seguro de que, si te decides a caminar contigo, descubrirás tanta belleza en ti que tendrás amor suficiente para compartirlo con todos a tu alrededor.

Manifiesto del Amor Suave



He amado con el alma despierta y los pies descalzos.
He besado con los ojos y he abrazado sin tocar.
No siempre mis relaciones florecieron, pero nunca dejé de amar.
No soy dueño de nadie.
El amor no es una jaula, es el cielo abierto.
No impongo mi presencia, ni exijo palabras.
A veces me sumerjo tanto en mi interior que parece distante,
pero en silencio, mi corazón canta.
Porque cuando amo, lo doy todo.
Mi entrega no hace ruido, pero sostiene mundos.
Mi amor no es una obligación, es una danza.
Me gusta bailar música suave en la oscuridad,
sentir el latido del universo en el cuerpo de mi amada.
Decirle, con una mirada:
“Si te vieras con mis ojos… verías un ser tan bello, tan capaz,
tan lleno de luz que mi alma no puede más que acariciarte”.
Y me repito como un mantra:
Sé Suave.
No dejes que el mundo te endurezca.
No dejes que el dolor te haga odiar.
No dejes que la amargura te robe la dulzura.
Enorgullécete de seguir creyendo en la belleza,
aunque el mundo parezca quebrado.
Sé Suave.
No permitas que el bullicio apague tu música.
No dejes que las nubes de la angustia oculten tu alegría.
No dejes que el conflicto de otros robe tu paz.
No permitas que la oscuridad apague la belleza en tus ojos.
Sé Suave… y ama.
Como si aún quedara esperanza.
Como si el amor fuese la última palabra de este universo.
Puede ser una imagen de 2 personas y boda
 
 

"El amor no se define, se vive"







Es triste que tengamos que hacernos esta pregunta.
En un mundo ideal, preguntarse qué es el amor sería tan absurdo como preguntarse qué es respirar o qué es comer. Nadie se hace esas preguntas, porque desde el nacimiento ya sabemos hacerlo. Así debería ser con el Amor Verdadero: algo natural, algo que simplemente es , algo que vivimos sin cuestionar.
Intentar definir el amor es como intentar definir a Dios. Desde mi fe, Dios y Amor son lo mismo. Todos provenimos de la misma Fuente, la Fuente del Amor. No solo deberíamos saberlo, sino vivir en esa danza de dar y recibir amor.

Ahora bien… si existe el Amor Verdadero,
¿existe también un amor falso?
¿De dónde viene ese falso amor?
¿Es el amor un valor o un sentimiento?
¿Hay que cultivarlo? Y si es así, ¿cómo se cultiva?
¿Por qué tanto se habla del amor, se canta, se celebra un día para él, y sin embargo seguimos sintiéndonos tan solos y vacíos?

Estas preguntas me han acompañado durante años. No pretendo imponerte mis ideas; solo quiero compartir contigo, desde mi experiencia y sobre todo desde el corazón. Creo que muchas veces pasamos más tiempo definiendo conceptos que experimentando lo que realmente significan. Por eso, antes de seguir leyendo, te pido: abre tu mente… pero sobre todo, abre tu corazón.

El mundo ha deformado en nuestra cabeza la idea de lo que realmente es el amor.
Cuando comencé mi camino de crecimiento espiritual, tuve que cambiar profundamente mi forma de pensar, de ver y de sentir. El mundo me decía una cosa, pero dentro de mí había una voz más profunda que me empujaba a buscar mi verdad .
Quería saber, experimentar y encarnar el Amor Verdadero.
Y aunque el amor es el alimento del cuerpo y del espíritu, durante mucho tiempo sentí que me había sido negado.

Es cierto que me han amado, especialmente mi madre. Desde antes de nacer, ya somos amados. Nacemos llenos de amor y sabiendo perfectamente cómo amar. El problema surge cuando nuestros padres tampoco han conocido el amor verdadero… cuando el mundo, desde nuestra infancia, comienza a borrar nuestra esencia y nos programa con valores ajenos a nuestra naturaleza.

Mi madre me amó, y estoy seguro de que aún después de su partida, sigue amándome.
Ella hizo todo lo posible para que yo me sintiera amado. Sé que dio lo mejor de sí, y más allá. Dedicó su vida al servicio de los demás. No tengo duda de su amor, y agradezco al Creador por haber sido su hijo.

Pero también creo que, si sus padres hubieran vivido en un mundo más amoroso, su vida y la mía habrían sido distintas.
Por buenas que sean las intenciones, todos venimos moldeados por un mundo confundido.
Solo basta ver las novelas o las llamadas canciones de amor. ¿Qué tipo de relaciones promovemos?
¿Cuánta gente se preocupa más por su economía que por acoger a millones de refugiados?
Y cuando hablamos de amor o participamos en un acto de amor genuino, ¿cómo nos etiquetan?

Un amigo solía contar una historia:
Imagina un mundo donde nadie ha probado nunca un helado.
Alguien llega y describe el helado con lujo de detalles. Escribe incluso un libro sobre ello.
Pero nadie puede saber realmente qué es un helado hasta que lo prueba, lo huele, lo toca, lo saborea.
Incluso podría pensar que el helado no existe.

Así es el Amor.
No basta con hablar de él, hay que vivirlo.
Y para vivirlo, debemos nacer de nuevo.

¿Y qué es nacer de nuevo ?
Es desaprender todo lo que el mundo nos enseñó sobre el amor.
Es permitir que el ser verdadero, nuestro espíritu, se exprese en una relación de dar y recibir con el Amor Verdadero.
Esto requiere compromiso, un entorno propicio, romper patrones heredados generación tras generación.

El amor es una flor frágil.
Hay que protegerla, fortalecerla, observarla. Solo entonces se vuelve fuerte.
El amor es como un bebé: necesita caricias, ternura, seguridad, libertad, entrega incondicional.

El Amor solo crece con amor.
Y necesita un ambiente que lo nutra: un hogar, una frecuencia, una energía viva.
Se cultiva en la familia, especialmente en el vínculo con nuestros padres.

No puedo definir el amor.
No es un valor ni un simple sentimiento o sensación.
No es un fenómeno físico que pueda señalarse y decir “esto es”.
Puedo hablar de sus expresiones, pero no puedo mostrártelo.
El Amor solo puede experimentarse.
Y es una experiencia única, como única es nuestra relación con la Fuente.
Es nuestra responsabilidad vivir esa experiencia.
No con ideas… sino con presencia. Con el alma despierta. Con el corazón abierto. 

Elige la autenticidad

 






El estilo de vida actual se sustenta en la ambición y la competitividad.
Pero el ser humano nuevo no puede construir su vida sobre esos pilares huecos.
Debe desprenderse de las ambiciones banales, de la búsqueda desesperada por la materia y la certidumbre a costa del espíritu.

Eso te esclaviza.
Eso te empujó por un camino que otros trazaron para ti.

Sé auténtico.

Sí, la angustia es el precio de ser uno mismo…
pero también es sabido que nada que realmente valga la pena se consigue sin esfuerzo.

No existe valor más grande que el coraje de mirar dentro de uno mismo
y decidir vivir la vida que TÚ quieres vivir.

El infierno y el cielo no están afuera.
Están dentro de ti.
Tú eliges en cuál vivir

El rostro de Dios en el rostro del otro




“Aquel que no vea a Dios en la siguiente persona con quien se cruce, que no lo busque más.”
—Mahatma Gandhi



Si fuimos realmente conscientes de que cada vez que descubrimos a alguien, estamos descubriendo a Dios, viviríamos de otra manera.
Pero el ego —ese estado de distracción y separación— nos impide ver a Dios en todos y en todo.
Algunos hemos llegado a creernos dueños exclusivos de Dios, como si tuviéramos derechos de autor sobre el Infinito.

Distensión por un momento.
Piensa en esto:
¿Quién soy?
¿Quién crees tú que eres?

En la Biblia, Dios le dice a Moisés:

“Yo soy el que soy”.
Y tiempo después, Jesús afirma:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

Sin embargo, se dice que el 95% de las personas pasan el 95% de sus vidas viviendo en la inconsciencia.
E inconsciencia significa eso: vivir sin conocimiento de uno mismo.
No saber quiénes somos.
Y si no sabemos quiénes somos… ¿cómo podremos ver a Dios en los demás?

Entonces surge otra gran pregunta:
¿De dónde vengo?

Quise encontrar una respuesta pura.
Así que le preguntó a mi nieto de cinco años:
—¿De dónde vienes?
Y él, sin titubear, respondió:
— “Del cielo”.
—Y ¿cómo lo sabes?
— “Solo lo sé”.

¡Qué claridad! ¡Qué verdad tan desnuda y luminosa!
Todos venimos de la misma Fuente.
De donde todo proceder.
Y sin embargo… todos somos únicos, irrepetibles.
En toda la creación, y por toda la eternidad, no existirá otro como tú ni como yo.

Dios está en todo.
En lo infinitamente pequeño y en lo infinitamente grande.
En la flor del jardín y en la maleza del monte.
En los negros, los chinos, los altos, los bajitos.
En los hombres, las mujeres, los niños, los ancianos.
En el indio americano y el árabe.
En la elegancia de las mariposas y en la tenacidad de las cucarachas.

Todo procede de Dios. Todo es Dios en manifestación.

Y con eso respondo a la primera gran pregunta:
¿Quién soy?
Soy parte de la Fuente de todas las cosas.
Soy hijo de Dios porque provengo de Él.

Dios se ha encargado de dotarme, al igual que a ti, de todo lo necesario para esta experiencia física.
Lo único que tengo que hacer…
es conectarme con la Fuente .

¿Y cómo se logra esa conexión?
A través del Amor Verdadero.
Ese vínculo, a veces atrofiado por el desuso, se despierta con actos concretos de bondad hacia toda la creación, y en especial, hacia nuestros semejantes.
Cada vez que elegimos amar, ver, comprender, servir…
esa comunión con Dios se hace viva.

Porque Dios no está lejos.
Dios está en el rostro del otro.
Y el otro…
también eres tú. 

Amores improbables











La Real Academia define la palabra imposible como aquello que no tiene ni los medios ni la facultad de llegar a ser. Algo cerrado, sellado, clausurado por completo. En cambio, improbable es simplemente aquello que tiene pocas posibilidades, que no se apoya en una razón prudente. Y entre ambos términos, yo me quedo —sin pensarlo dos veces— con la improbabilidad.
La imposibilidad es un portazo en la cara. La improbabilidad, en cambio, es una ventana entreabierta. Duele menos, y sobre todo, permite soñar. Deja espacio para que el milagro se cuele en medio de la lógica, para que lo extraordinario rompa la estadística.



Que David venciera a Goliat era improbable. Que un afroamericano llegara a la Casa Blanca, también. Que el abejón volara a pesar de sus condiciones aerodinámicas era improbable, pero lo hace. El universo, a veces, se ríe de nuestras ecuaciones.



El amor, por ejemplo, es experto en improbabilidades. No se rige por razones prudentes. No entiende de distancias, edades, fronteras, idiomas, ni pasados. El amor nace cuando quiere, en el lugar menos esperado y entre las almas más dispares. Que dos personas separadas por 9 mil kilómetros de agua se conozcan, se escuchen y se amén, es improbable. Pero sucede. Todos los días.



Por eso no me gusta hablar de amores imposibles . Me resisto a pensar que el amor tiene fronteras definitivas. Prefiero llamarlos amores improbables : esos que desafían al tiempo, al espacio, a la lógica, a las heridas del pasado. Esos que, aun teniendo todo en contra, florecen en el resquicio del alma donde todavía brilla la esperanza.



Porque lo improbable es la patria del milagro. Y el amor, en su forma más pura, es el milagro que le da sentido a todo lo demás.

El arte de preguntar




 

A veces, las preguntas son más importantes que las respuestas.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué son ellos? ¿Por qué ellos y no otros? ¿Por qué ahora? ¿Qué significa todo?
La calidad de nuestras respuestas depende directamente de la calidad de nuestras preguntas. Preguntar es abrir una puerta, es atreverse a no saber, es encender una luz en medio del misterio.

El ser humano, por naturaleza, es una especie narcisista. Hemos colonizado hasta el último rincón del planeta, creyéndonos la cúspide de la evolución. Pero si de resistencia se trata, ese honor quizás le pertenezca a la cucaracha: capaz de vivir meses sin alimento y semanas sin cabeza. Incluso soporta la radiación. ¿Eso no es, acaso, una forma elevada de adaptación?

Nos cuesta reconocer que somos apenas una parte del todo. Animales, plantas, arena, roca... todos formamos la vasta red de lo que es .
Todos llevamos dentro del caos y el orden, la creación y la destrucción.
Somos, a la vez, víctimas y responsables de nuestra propia vida.
Y aunque todas las sendas de lo posible estén abiertas ante nosotros, no todos somos lo sabio bastantes para comprenderlo, ni tan audaces como para trazar nuestro propio itinerario.

sábado, 22 de marzo de 2025

🌿La gracia de vivir mi vida🌿

 








 🌿La gracia de vivir mi vida🌿

Por Ulises

 

A veces, en el silencio de la meditación, emergen comprensiones que vienen no del pensamiento, sino del alma. Esta es una de esas. Un sentir profundo sobre lo que significa la gracia divina, y cómo ha moldeado mi vida.

 

La gracia de vivir mi vida

 

He estado meditando sobre lo que significa la gracia divina, y he llegado a sentir que no es un concepto abstracto, ni algo reservado para unos pocos. La gracia es todo cuanto hace la Fuente para que encontremos el camino de regreso a Ella. Se manifiesta a diario, en lo pequeño y en lo inmenso, como una energía de amor que lo envuelve todo.

 

La gracia no juzga. Nos permite comprender el perdón. Nos recuerda que somos esperados en los brazos de la Fuente, sin importar lo que hayamos hecho, sin importar cuán duros o cerrados hayan estado nuestros corazones.

 

Pero hablar de la gracia también es hablar de mi historia.

Durante mucho tiempo, fui implacable conmigo mismo. Me juzgué con dureza, como si tuviera que alcanzar una santidad imposible. Tuve estándares tan altos que me olvidé de ser benevolente conmigo y, por extensión, con los demás. En esa búsqueda, a veces confundí perfección con espiritualidad.

 

A lo largo de mi vida , he sido Y, sin embargo, la gracia nunca me soltó.

A lo largo de mi vida, he sido testigo tanto de la insensatez humana como de la inmensa bondad de la que somos capaces. La Fuente, en su misterio, ha ido colocando en mi camino a personas clave para mi crecimiento, para mostrarme que el amor verdadero no exige, no castiga: abraza.

 

Hoy, gracias a la gracia, puedo verme —y ver al mundo— con ojos nuevos.

Los ojos del amor.

Y sí, mis ojos se han inundado muchas veces. No de tristeza, sino de asombro y gratitud.

 

Quizás mis creencias sean solo eso, creencias. Pero me han sostenido y guiado. No cambiaría nada de mi vida, porque todo, absolutamente todo, me ha traído hasta aquí. Siento que este camino apenas comienza, y aún así ya me siento colmado.

 

La gracia me ha traído hasta vos, lector, y también hasta este diálogo íntimo con quien considera un faro en mi caminar. Y por eso, simplemente: gracias.

viernes, 3 de enero de 2025



Una oportunidad a cada instante

Nuestra recompensa por sobrevivir a las Navidades es el inicio de un nuevo año, acompañado de la tradición de los propósitos de año nuevo. Cada enero nos comprometemos con nosotros mismos a cambiar: bajar de peso, dejar hábitos perjudiciales, estudiar algo nuevo, ahorrar dinero, entre otras metas. La idea de un nuevo comienzo es irresistible, una oportunidad para dejar atrás los problemas del último año y avanzar con esperanza. Pero, ¿quién puede realmente determinar cuándo termina lo viejo y empieza lo nuevo? No es una fecha en el calendario, ni un cumpleaños, ni siquiera la llegada del año nuevo. Es un suceso, grande o pequeño, que nos transforma.

En mi caso, he vivido una existencia intensa. A mis 63 años, siento que he acumulado la experiencia de más de un siglo. Mis vivencias han sido variadas y profundas. Algunas estuvieron marcadas por la angustia, pero cada una de ellas me enseñó, me permitió crecer y esculpió al ser humano que soy hoy. La vida, en su inagotable complejidad, siempre ofrece una nueva oportunidad, un comienzo diferente. Lo ideal es que estos cambios nos llenen de esperanza y nos inviten a ver el mundo con una perspectiva renovada, dejando atrás viejos hábitos y recuerdos que ya no nos sirven.

Sin embargo, en medio de este frenesí por el cambio, es importante reconocer que hay cosas que valen la pena conservar. Vivir cada día como si fuera el último, enfocándonos en el aquí y el ahora, nos permitiría experimentar la vida en su plenitud. Este enfoque consciente, guiado por nuestro ser interior, nos invita a elegir con intención y a vivir verdaderamente.

Recuerdo una de esas tradiciones de mi juventud: el beso de medianoche en Año Nuevo. Ese no era un beso cualquiera. Representaba las esperanzas y el romanticismo acumulados durante todo un año. En esos momentos, las campanas marcaban no solo el inicio de un nuevo ciclo, sino también el peso del año que dejamos atrás: las oportunidades aprovechadas y las que se perdieron. A veces, ese beso llegaba con alegría y euforia; otras, la chica elegía a otro galán, y la noche se teñía de tristeza y desaire. Pero incluso en esos momentos de soledad aprendí algo esencial: vivir cada instante como lo que es, un eterno presente.

Como en el cuento de Alicia, donde "siempre es para siempre", cada momento lleva consigo su esplendor único. Incluso en noches difíciles, cuando me hundía en la autocompasión y el desengaño, entendí que cada experiencia, por dolorosa que fuera, era parte de mi aprendizaje, parte de ese lienzo que vamos tejiendo con los hilos de nuestras vivencias.

Vivir en el ahora, disfrutar de cada experiencia, nos permite apreciar la vida en su esencia: un flujo constante de instantes. Podemos medirla en años, meses, días o horas, pero, en realidad, la vida ocurre en cada latido, en cada respiración. Cada día, cada instante, es una oportunidad para crecer, para vivir, para ser.

 

jueves, 10 de octubre de 2024

Sueños Rotos









Como los niños que traen sus juguetes rotos llorando para que los arreglemos, yo le llevé mis sueños rotos a Dios, porque Él era mi amigo. Pero en lugar de dejarlo en paz para que trabajara a su ritmo, me quedé cerca e intenté ayudar a mi manera. Finalmente, se los arrebaté y grité: “¿Cómo puedes ser tan lento?” “Hijo mío”, respondió Él, “¿qué podía hacer? No les diste alas en ningún momento.”

Cuando era pequeño, me preguntaba si Dios sabía que existía, si escuchaba mis oraciones, cómo podía estar en todas partes. En ese entonces, la respuesta siempre era: “Eso es uno de los misterios de Dios.” Hoy, muchas de mis preguntas de infancia y juventud han encontrado respuestas. Aunque ya no me preocupa tanto este tipo de cuestiones y me concentro más en afirmar el amor en mí, a veces deseamos que Dios haga nuestra voluntad en lugar de nosotros hacer la suya. Este deseo del ego de tener la razón nos lleva a pensar que sabemos lo que es mejor para nosotros. Luchamos contra la voluntad de la fuente, empeñándonos en ir en contra de la energía que mueve el universo en lugar de fluir con ella.

Por ejemplo, los viajes espaciales requieren una gran cantidad de energía porque luchan contra la gravedad. Los científicos están estudiando la posibilidad de aprovechar estas fuerzas en lugar de enfrentarse a ellas. De hecho, el gobierno de Estados Unidos ofrece grandes sumas de dinero a quien resuelva este problema.

Durante mucho tiempo, hemos mirado en la dirección equivocada, creyendo que la felicidad está en las cosas materiales, en otras personas, en ascender en la sociedad, o en lograr estatus académico. Recientemente, un hombre se presentó en mi trabajo y me dijo: “Tengo 50 años, hablo cuatro idiomas, he viajado por el mundo, tengo una maestría, y siento un gran vacío en mi vida.”

Esto ilustra que vivimos en contra del propósito con el que fuimos diseñados. Nacimos para experimentar el amor y la verdadera felicidad, pero pensamos que los logros externos nos darán felicidad. En realidad, es al revés: soy feliz, y a partir de esa felicidad, puedo cumplir mis sueños. Si no los cumplo, sigo siendo feliz, pues entiendo que mi estancia en este mundo es temporal, pero la verdadera felicidad es eterna. Hemos mirado hacia afuera en lugar de dentro, donde construimos nuestro mundo y experimentamos el amor. Dios nos habla a través de la conciencia, y cuando alguien nos habla, es otro yo, porque Dios está en todo y en todos.

Lo que parece importante por la mañana, por la noche a menudo pierde sentido. Esto se aplica a todos los aspectos de este mundo físico. Por la mañana, corremos para no llegar tarde al trabajo o al estudio, y eso nos parece crucial. Nos invade la angustia y la impaciencia, y después de sufrir y afectar a los demás con nuestra falta de paz, al final del día, ni siquiera recordamos nuestra premura. Lo mismo ocurre con nuestra existencia física: cuando somos jóvenes, queremos hacerlo todo, comer de todo, acumular bienes y títulos. Perdemos la salud buscando dinero, y luego perdemos el dinero tratando de recuperar la salud.

Creo que debemos ir despacio y apreciar la vida. El propósito de la vida es vivir y ser feliz. En la simpleza de las cosas se encuentra la grandeza de la vida. Cada pequeño movimiento tiene la energía de la Fuente. Los milagros no siempre tienen que ser espectaculares; tú eres un milagro, la lluvia es un milagro, y el hecho de que alguien se ocupe de ti también lo es. Incluso los tiranos sienten amor. La infinita gama de posibilidades que Dios nos da para practicar el amor verdadero es maravillosa
 

miércoles, 11 de octubre de 2023

Un nuevo conflicto

 


 


 

 

¡Vuelvo a casa!

 Quita de nuestras almas todo dolor y fatiga.

Permite que nuestras vidas testifiquen La belleza de tu paz.

Susurra sobre nuestro deseo. Tu frescura y tu bálsamo;

Deja los sentidos dormir, la carne descansar, manifiéstate con terremoto, viento y fuego.

O voz serena y tranquila.

 

 

 

 

 

Los tambores que guerra retumban hoy una vez más, las aves de rapiña se prestan al festín, la gente se acuña en un bando u otro, las redes sociales se inundan de noticias, imágenes desgarradoras que son las que venden, las que son útiles para hacer pensar a otros que mi bando está en lo correcto, que yo tengo la razón, pero lo cierto es que con cada guerra la humanidad da un paso atrás, tratamos de justificar la muerte y sufrimiento por “causas razonables o justas” aunque estemos a miles de kilómetros del ojo de la tormenta todos somos afectados, todos somos perdedores, siempre han existido razones para hacer la guerra, algunos alucinamos pues después de miles de años de haber abandonado las cavernas no somos capaces de resolver los conflictos por la vía del diálogo y la negociación,

 

 

La construcción de un mundo de paz es un objetivo noble y deseable que requiere esfuerzo, compromiso y cooperación a nivel global, tanto en forma individua como colectivo, A continuación, se presentan algunas formas en las que podemos contribuir a la construcción de un mundo más pacífico:

 

Educación y Conciencia : La educación desempeña un papel fundamental en la promoción de la paz. Promover la comprensión, la empatía y el respeto por otras culturas y perspectivas puede ayudar a reducir prejuicios y estereotipos, que a menudo son la base de conflictos.

 

Resolución Pacífica de Conflictos : Fomentar la resolución pacífica de conflictos a nivel local, nacional e internacional es esencial. Esto incluye la mediación, la negociación y el diálogo como alternativas a la violencia y la guerra.

 

Derechos Humanos y Justicia : La promoción y protección de los derechos humanos son fundamentales para la paz. La justicia, la igualdad y la rendición de cuentas son pilares para prevenir conflictos y mantener la paz.

 

Desarme y Control de Armamentos : Reducir la proliferación de armas y promover el desarme son pasos críticos para prevenir la escalada de conflictos y la violencia.

 

Cooperación Internacional : La colaboración y la cooperación entre naciones son esenciales. Las organizaciones internacionales como las Naciones Unidas desempeñan un papel crucial en la promoción de la paz y la diplomacia.

 

Promoción de la Tolerancia y la Diversidad : Fomentar la tolerancia y celebrar la diversidad cultural y étnica contribuye a sociedades más armoniosas y menos propensas a conflictos.

 

Desarrollo Sostenible : La erradicación de la pobreza, el acceso a servicios básicos y el desarrollo económico sostenible son componentes clave de la paz y la estabilidad.

 

Participación Ciudadana : Involucrar a la sociedad civil en la toma de decisiones y en la construcción de la paz fortalece la democracia y la estabilidad.

 

Medios de Comunicación Responsables : Los medios de comunicación tienen un papel importante en la formación de opiniones. Promover la información precisa y la comunicación responsable es fundamental.

 

Compromiso Individual : Cada uno de nosotros puede contribuir a la paz a través de nuestras acciones cotidianas. Tratar a los demás con respeto, promover la no violencia y ser un defensor de la paz en nuestra comunidad son pasos importantes.

 

Es importante recordar que la construcción de un mundo de paz es un proceso a largo plazo y que requiere el compromiso de individuos, comunidades, gobiernos y organizaciones internacionales. Cada pequeña acción positiva puede tener un impacto acumulativo en la búsqueda de un mundo más pacífico y justo. Cada individuo y comunidad puede desempeñar un papel significativo en esta misión trabajando juntos para abordar las raíces de los conflictos y promover la paz, la justicia y la igualdad,  deseo  recalcar  “La paz es un estado de tranquilidad y ausencia de conflictos o violencia. Es un concepto amplio que va más allá de la mera ausencia de guerra o lucha armada y abarca la armonía, la serenidad, la estabilidad y la convivencia pacífica. La paz puede manifestarse a nivel individual, en las relaciones interpersonales, en comunidades, en naciones y en el mundo en su conjunto”.

 

 

 

 

🌑🌟 Trinchera del alma

  Cada mañana, el dolor me despierta y me arrodillo ante la vida. No para suplicar, sino para agradecer y decir: "Aquí estoy. Otra vez....