Allá fuera, bajo la luna gris, alguien que me quiere está pensando en mí. Allá fuera, alguien intentará que nos encontremos... allá fuera, en algún lugar.
El propósito de esta página es que todos los seres humanos, podamos vernos como una sola familia
Allá fuera, bajo la luna gris, alguien que me quiere está pensando en mí. Allá fuera, alguien intentará que nos encontremos... allá fuera, en algún lugar.
El estilo de vida actual se sustenta en la ambición y la competitividad.
Pero el ser humano nuevo no puede construir su vida sobre esos pilares huecos.
Debe desprenderse de las ambiciones banales, de la búsqueda desesperada por la materia y la certidumbre a costa del espíritu.
Eso te esclaviza.
Eso te empujó por un camino que otros trazaron para ti.
Sé auténtico.
Sí, la angustia es el precio de ser uno mismo…
pero también es sabido que nada que realmente valga la pena se consigue sin esfuerzo.
No existe valor más grande que el coraje de mirar dentro de uno mismo
y decidir vivir la vida que TÚ quieres vivir.
El infierno y el cielo no están afuera.
Están dentro de ti.
Tú eliges en cuál vivir
La Real Academia define la palabra imposible como aquello que no tiene ni los medios ni la facultad de llegar a ser. Algo cerrado, sellado, clausurado por completo. En cambio, improbable es simplemente aquello que tiene pocas posibilidades, que no se apoya en una razón prudente. Y entre ambos términos, yo me quedo —sin pensarlo dos veces— con la improbabilidad.
La imposibilidad es un portazo en la cara. La improbabilidad, en cambio, es una ventana entreabierta. Duele menos, y sobre todo, permite soñar. Deja espacio para que el milagro se cuele en medio de la lógica, para que lo extraordinario rompa la estadística.
Que David venciera a Goliat era improbable. Que un afroamericano llegara a la Casa Blanca, también. Que el abejón volara a pesar de sus condiciones aerodinámicas era improbable, pero lo hace. El universo, a veces, se ríe de nuestras ecuaciones.
El amor, por ejemplo, es experto en improbabilidades. No se rige por razones prudentes. No entiende de distancias, edades, fronteras, idiomas, ni pasados. El amor nace cuando quiere, en el lugar menos esperado y entre las almas más dispares. Que dos personas separadas por 9 mil kilómetros de agua se conozcan, se escuchen y se amén, es improbable. Pero sucede. Todos los días.
Por eso no me gusta hablar de amores imposibles . Me resisto a pensar que el amor tiene fronteras definitivas. Prefiero llamarlos amores improbables : esos que desafían al tiempo, al espacio, a la lógica, a las heridas del pasado. Esos que, aun teniendo todo en contra, florecen en el resquicio del alma donde todavía brilla la esperanza.
Porque lo improbable es la patria del milagro. Y el amor, en su forma más pura, es el milagro que le da sentido a todo lo demás.
El ser humano, por naturaleza, es una especie narcisista. Hemos colonizado hasta el último rincón del planeta, creyéndonos la cúspide de la evolución. Pero si de resistencia se trata, ese honor quizás le pertenezca a la cucaracha: capaz de vivir meses sin alimento y semanas sin cabeza. Incluso soporta la radiación. ¿Eso no es, acaso, una forma elevada de adaptación?
🌿La gracia de vivir mi vida🌿
Por Ulises
A veces, en el
silencio de la meditación, emergen comprensiones que vienen no del pensamiento,
sino del alma. Esta es una de esas. Un sentir profundo sobre lo que significa
la gracia divina, y cómo ha moldeado mi vida.
La gracia de vivir
mi vida
He estado
meditando sobre lo que significa la gracia divina, y he llegado a sentir que no
es un concepto abstracto, ni algo reservado para unos pocos. La gracia es todo
cuanto hace la Fuente para que encontremos el camino de regreso a Ella. Se
manifiesta a diario, en lo pequeño y en lo inmenso, como una energía de amor
que lo envuelve todo.
La gracia no
juzga. Nos permite comprender el perdón. Nos recuerda que somos esperados en
los brazos de la Fuente, sin importar lo que hayamos hecho, sin importar cuán
duros o cerrados hayan estado nuestros corazones.
Pero hablar de la
gracia también es hablar de mi historia.
Durante mucho
tiempo, fui implacable conmigo mismo. Me juzgué con dureza, como si tuviera que
alcanzar una santidad imposible. Tuve estándares tan altos que me olvidé de ser
benevolente conmigo y, por extensión, con los demás. En esa búsqueda, a veces
confundí perfección con espiritualidad.
A lo largo de mi
vida , he sido Y, sin embargo, la gracia nunca me soltó.
A lo largo de mi
vida, he sido testigo tanto de la insensatez humana como de la inmensa bondad
de la que somos capaces. La Fuente, en su misterio, ha ido colocando en mi
camino a personas clave para mi crecimiento, para mostrarme que el amor
verdadero no exige, no castiga: abraza.
Hoy, gracias a la
gracia, puedo verme —y ver al mundo— con ojos nuevos.
Los ojos del amor.
Y sí, mis ojos se
han inundado muchas veces. No de tristeza, sino de asombro y gratitud.
Quizás mis
creencias sean solo eso, creencias. Pero me han sostenido y guiado. No
cambiaría nada de mi vida, porque todo, absolutamente todo, me ha traído hasta
aquí. Siento que este camino apenas comienza, y aún así ya me siento colmado.
La gracia me ha
traído hasta vos, lector, y también hasta este diálogo íntimo con quien
considera un faro en mi caminar. Y por eso, simplemente: gracias.
Cada mañana, el dolor me despierta y me arrodillo ante la vida. No para suplicar, sino para agradecer y decir: "Aquí estoy. Otra vez....