Hoy deseo
iniciar agradeciendo la oportunidad que
me brinda el padre de crecer junto a tod@s, por el regalo de la vida, y la
maravillosa experiencia del amor, desde mi fe creo que solo estamos de paso en este mundo y que la existencia en
el mundo físico es solo un trayecto, una sección de esta autopista que es la
vida, y como una gran carretera uno mira por las ventanas del autobús y ve el
paisaje transcurrir con un gran escenario, en ocasiones el paisaje es colorido,
otras veces es oscuro, gris con nubes y
lloviznas .
En el
trayecto este autobús se detiene, sube y bajan personas o solo para dejar o
recoger carga, seguimos mirando vemos como otros viajan en otros autobuses, en
coches, motocicletas, bicicletas incluso de a pie y pienso que lo importante es
ir y cada uno experimenta en forma única este viaje, acompañados por nuestros
pensamientos y sentimiento cargando nuestro equipaje compuesto básicamente por
las cosas que pensamos nos harán grato y feliz este viaje y dentro de nuestras
maletas llevamos nuestro ego delicadamente envuelto en nuestra arrogancia y
orgullo, adornado con la razón, pero algunos solo portan una pequeña maleta de
mano llena de sonrisas, y palabras amables, con actos bondad y su deseo de
servicio.
Si bien la
elección de subir o bajar es de cada uno y aun cuando algunos viajan en
silencio e inmersos en sus pensamientos, otros comparten con quien a su lado
esta, pero el viaje continua miramos por
la ventana y vemos como en ocasiones los campos son verdes y plagados de vida
otras veces desiertos áridos y solitarios, pero todo tanto las experiencias
dentro como lo que sucede fuera son parte del viaje parte de nuestra
experiencia, bien podemos elegir bajar en la siguiente parada y quedarnos
disfrutando y compartiendo para luego tomar el siguiente autobús.
Un poco
elegí esta analogía para abordar el tema de la vida nuestras elecciones y su
propósito, no para imponer mi apreciación de esta, más bien mi deseo es
compartir mi visión del viaje de la vida, y es que mi vida ha sido sumamente
intensa, creo que las personas que contamos con más de cincuenta años de vivir
en este mundo hemos tenido la oportunidad de compartir tantos acontecimientos
en la historia de la humanidad ; la
llegada del hombre a la Luna y el paso del cometa, la caída del muro y la
perestroika, la presencia de la Madre Teresa y de Nelson Mandela, la abolición del apartheid, hemos visto caer
gran cantidad de regímenes totalitarios, también la aparición de otros, la
erradicación de enfermedades, y la aparición de otras, los teléfonos celulares
y el internet, hemos visto como unos
valores cambian , otros aparecen y algunos se pierden y en todo este cumulo de
experiencias creo que lo más importante no
es la inevitable llegada a nuestro destino, sino el camino que elijamos y como
lo recorramos, pienso que el mayor de todos los maestros que han pisado este
este planeta, el carpintero de Nazaret es el que sintetiza toda la sabiduría
que pueda existir cuando nos dice: “Ama a Dios sobre todas las cosas y al
Prójimo como a ti” él nos da dos propósitos uno colectivo y otro individual y
estos en realidad son uno "El Amor".
El amor a mí
mismo como creación única y divina del Padre como hijo suyo y el amor a mis
hermanos los otros hijos de Dios, el amor a Dios como padre de toda la creación
que se ve reflejado en cada aspecto de esta y sobre todo encarnado en cada hijo
suyo. Creo que cada uno de nosotros reflejamos el amor a nuestra manera, pero la más grandiosa
es la de entregar la vida al servicio de los demás, creo que es una singular forma de encarnar el
Amor de Dios en nuestras vidas.
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